
Dice Homero en la voz de Poseidón:
“… Será tu nave una pluma en el viento,
Una roca en el fondo del mar
Tras concebir el Caballo de Troya y vencer en una guerra que llevaba diez largos años, Ulises emprende feliz el regreso a Ítaca, su amada patria, una pequeña isla que se recorre en un suspiro. Pero los dioses Zeus y Neptuno lo castigan por su crueldad e ingenio en desafiarlos, y lo condenan a navegar sin rumbo por la eternidad, a ser náufrago de su existencia.
Del otro lado del mar está Penélope, quien resiste la ausencia de Ulises mientras llora lágrimas de sal y teje puntillas a la mar. Ella lo ama y espera. Ítaca está muy cerca y es, al mismo tiempo, inalcanzable. Finalmente recibe el perdón de los malhumorados dioses y llega a su amada tierra, pero al desembarcar no sabe dónde está, ni quién es, y los demás ni siquiera lo reconocen.
El amor reconstituye lo perdido y vence, como sucede casi siempre.
El mar, pulso sordo e inquieto protagonista de esta historia, nos recuerda que, a pesar de las tempestades, ¡navegar es preciso!
